El viaje de la luz

Cuento canalizado para reflexionar...

MENSAJES E HISTORIAS CANALIZADAS

En un campamento en el norte de Australia se encontraba Romina, quien trabajaba de encubierta para una organización internacional secreta dedicada a la protección de animales. Esta organización se encargaba, entre otras cosas, de denunciar las actividades de caza furtiva de animales salvajes.

En una de sus misiones, Romina tenía como objetivo acompañar una expedición para identificar a los cazadores, recopilar pruebas con sus cámaras ocultas durante los actos ilícitos e intervenir sus armas. El plan consistía en reemplazar las balas por cartuchos cargados con somníferos, que se activaban al apretar el gatillo. De esta forma, los cazadores quedaban inconscientes, facilitando su captura y posterior entrega a las autoridades.

Durante esta misión, Romina conoció a Roberto, conocido entre sus colegas como “El Bárbaro”. Este hombre representaba una figura de autoridad colosal en el mundo de la caza clandestina y el tráfico de animales. Su mera presencia emanaba un porte absoluto y un respeto incuestionable. Tal era su energía imponente que parecía tener el don de intimidar a cualquiera que osara contradecirlo.

Roberto, su equipo y Romina, aún en su papel de infiltrada, se encontraban agazapados a unos 40 metros de su objetivo, listos para disparar a un Dingo. Ninguno de ellos sospechaba que estaban siendo filmados por Romina ni que las armas habían sido intervenidas con gas somnífero. Para que el plan funcionara, Romina debía activar a tiempo un interruptor a distancia que aseguraría el correcto funcionamiento del mecanismo.

Todo marchaba según lo planeado hasta que algo captó la atención de Romina, sacándola de su concentración. De repente, todo comenzó a moverse en cámara lenta. Solo podía escuchar el latido de su corazón. Algo dentro de ella quería salir con fuerza, y entonces comenzó a experimentar un sueño lúcido. En su visión, todo se volvió oscuro, como un espacio infinito negro, donde solo había una esfera de luz similar a una estrella.

De pronto, una voz masculina en off comenzó a explicar el fenómeno que estaba presenciando. Mientras hablaba, la esfera de luz viajaba de un punto a otro, trazando una trayectoria en forma de un símbolo de infinito que subía y bajaba. La voz decía:

La luz viaja de un punto ascendente a uno descendente entre dimensiones invisibles, ya sea de manera ascendente o descendente...

Con ese mensaje, Romina salió de su trance y volvió al presente. Descubrió que se había desmayado y que tanto Roberto como el equipo estaban a su alrededor, intentando auxiliarla. La cacería había sido interrumpida, y todos decidieron regresar al campamento sin percatarse de las modificaciones en sus armas ni de los artilugios de Romina. Esto le dio la oportunidad de recuperarse y reflexionar profundamente sobre lo que acababa de experimentar.

Aquella tarde, mientras todos estaban distraídos jugando a las cartas, Romina se apartó del grupo para salir a tomar aire puro y pasar un rato a solas. Necesitaba procesar todo lo que estaba viviendo sin la presión de su rol como agente encubierta. En ese momento de introspección, se dio cuenta de algo importante que había estado posponiendo durante mucho tiempo. Si bien sus razones eran nobles y sus ideales firmes, hacía ya un buen tiempo que no sentía la pasión que antes la movía.

Ahora, la abrumaba una sensación de dificultad para respirar, como si un soplo en el corazón palpitara con fuerza, ansiando salir a la luz. Una verdad intensa y palpable clamaba por expresarse a través de ella, marcando el final de un ciclo y el cierre de una etapa importante de su vida.

Sin embargo, su miedo y testarudez la mantenían aferrada a esa misión. Era como si estuviera atrapada en una prisión que ella misma había construido, prolongando un ciclo que ya había cumplido su propósito. Y en su reflexión, observó algo similar en Roberto, el coloso que tanto aparentaba ser invulnerable. A pesar de las apariencias, él también parecía estar atrapado en su propio personaje. Aquella verdad incómoda que pulsaba dentro de Romina se intensificaba, revelándole una conexión inesperada entre ambos.

Fue entonces cuando percibió la ironía de su papel en esa misión: ella, una agente encubierta, cazando a cazadores. Muchas veces su intuición le había señalado que personas como Roberto, bajo sus máscaras de dureza, compartían sombras similares a las suyas. Por supuesto, las motivaciones y los fines eran diferentes, pero ambos desempeñaban roles que ya no sentían auténticos.

Ese rol que antes le había permitido crecer y desarrollarse ahora se sentía como una carga. Su alma clamaba por romper los lazos que la ataban y emprender una nueva aventura de autodescubrimiento. El sueño lúcido que había experimentado le dejó claro que ya no podía ignorar la luz de su esencia que pulsaba en su interior. Necesitaba un cambio, tanto dentro como fuera de ella.

Determinada, decidió que era momento de regresar al campamento y revelar su verdadera identidad. Sin embargo, al darse la vuelta, se llevó el susto de su vida al encontrarse con Roberto justo detrás de ella. Como buen cazador, la había seguido en silencio para asegurarse de que estuviera bien.

Romina reaccionó empujando al coloso con enojo por el susto. Pero, para su sorpresa, Roberto no se lo tomó a mal. En lugar de eso, soltó una carcajada, con una risa auténtica y resonante. Con un gesto calmado, levantó las manos para tranquilizarla y le aseguró que solo estaba allí para cuidarla.

Romina, aún algo agitada, bajó la guardia y se sentó junto a él, invitándolo a hacer lo mismo. Le explicó que tenía algo importante que decirle. Intrigado, Roberto accedió y, con una voz inesperadamente compasiva, le preguntó qué le estaba sucediendo.

A pesar de su apariencia intimidante y su autoridad imponente, en ese momento Roberto se mostró vulnerable y empático. Su actitud reflejaba el proceso que Romina estaba atravesando, y esto la desarmó por completo y sin poder contenerse rompió en llanto. Desde lo más profundo de su ser, con la voz entrecortada y ahogada, le confesó:

—Ya no quiero seguir haciendo esto. Ya no me siento bien. Estoy cansada de fingir ser alguien que no soy para lograr lo que quiero, incluso aunque sea por una buena causa. Ya no lo disfruto… ya no se siente auténtico.

Estas palabras dejaron a Roberto congelado, asimilando que Romina ya no quería dedicarse a la casería, dejándolo sin palabras. Sin embargo, algo dentro de él resonó profundamente, como si aquellas palabras hubieran despertado algo dormido en su interior. Después de unos segundos de silencio, Roberto tomó aire y, con un tono lleno de sinceridad, le confesó:

¿Sabes? —dijo Roberto con un tono melancólico—. De pequeño, yo amaba a los animales. Tenía un peluche llamado Bimau, un tigre azul de rayas blancas. Soñaba con explorar la selva y contarles a mis hijos algún día sobre mis aventuras... Pero la vida me fue llevando por muchos senderos y, a decir verdad, yo tampoco quiero continuar con esto. Pero siento que ya es demasiado tarde para cambiar. Si lo dejo, perdería el respeto de todos, y todo se desmoronaría, mi dinero, mi prestigio y mi poder….

Romina, ahora más tranquila pero decidida, lo miró fijamente y le respondió:

—Eso no es cierto. Si fuiste capaz de crear esta vida, también puedes crear la que realmente deseas. ¿Sabes? A veces olvidamos que siempre tenemos la opción de elegir. Y aunque en el pasado no hayamos elegido correctamente, aún estamos a tiempo de hacerlo ahora, en concordancia con quienes somos de verdad, sin importar dónde estemos o lo que hayamos hecho.

Hizo una pausa para respirar profundamente y luego continuó con voz firme:

—Sé que quizás no hicimos lo mejor, pero podemos darle un giro a todo esto. Podemos usar nuestra experiencia para transformarnos y empezar a ser en lugar de simplemente parecer.

Roberto la observaba, desconcertado, mientras Romina, con un gesto decidido, sacaba su cámara oculta y el interruptor de las armas que había intervenido.

—Mira, Roberto, yo no soy quien tú crees. Vine aquí para llevarte ante las autoridades. Soy una agente encubierta. Aquí tengo mis grabaciones y todo listo para detenerte.

Roberto no dijo nada. Solo mantenía su mirada fija en Romina, como si tratara de procesar cada palabra.

—Pero ¿sabes qué? —continuó ella, dejando caer la cámara al suelo—. No lo haré. Renuncio. ¿Y sabes por qué? Porque da igual. Luego saldrás y volverás a hacerlo, quizás con más odio y resentimiento. Me di cuenta de que este método no sirve para nadie. No responde a lo más auténtico de nosotros. Así que haz lo que quieras, Roberto. Pero yo ya tomé mi decisión.

Haciendo una pausa, lo miró directamente a los ojos y concluyó:

—Ya no puedo seguir interviniendo en lo que hacen los demás. Es tu trabajo darte cuenta de lo que estás haciendo.

Roberto en shock, permaneció en silencio. Pasaron unos segundos que parecieron eternos antes de que, con un gesto lento, levantara la mano, indicándole a Romina que se fuera.

Romina regresó al campamento rápidamente, recogió sus cosas y se marchó.

.....

Meses después, mientras veía las noticias en televisión, Romina se sorprendió al escuchar una historia que no esperaba: Roberto, el temido cazador, se había entregado a las autoridades y había revelado toda la red de cazadores encubiertos de la que formaba parte. Gracias a su colaboración, había obtenido libertad condicional. Pero eso no era todo: Roberto había utilizado todo su dinero para fundar y administrar una ONG dedicada al rescate y cuidado de animales maltratados y en cautiverio.

Desde entonces, se convirtió en un ejemplo de transformación y redención. Usó sus habilidades para proteger, sanar y cuidar en lugar de dominar y destruir. Había encontrado una manera de redimirse y, en el proceso, había transformado su vida en algo significativo.

Por su parte, Romina encontró otra forma de ayudar, pero esta vez desde la absoluta autenticidad. Dedicó su vida a guiar a otros en sus propios viajes de autodescubrimiento, ayudándolos a desenmascarar sus sombras y a explorar su luz.

Cuento escrito y canalizado por Ailen AndroSirio

Moraleja de la historia...

El mensaje de este relato, habla de la importancia de hablar desde el corazón y expresar la verdad aunque sea incómodo. Gracias a esa honestidad podemos ayudarnos y ayudar a otros a conectar con su versión más auténtica, aquella que nos permite ser lo mejor que podemos ser.

Cuando vivimos desde nuestra esencia, nos convertimos en un ejemplo en esta tierra, no solo por nuestras palabras, sino también por la simple emanación de nuestro ser. A veces, ni siquiera es necesario comunicar nada; basta con existir en nuestra luz para inspirar a otros desde nuestro propio ejemplo.

Porque al final, todos somos luz explorando este plano, independientemente del lugar en el que estemos en nuestro viaje. Ya sea que nos encontremos en momentos de mayor o menor luz en apariencia, siempre podemos elegir avanzar hacia nuestra mejor versión que se encuentra casualmente en nuestra propia autenticidad.

También podés escucharlo aquí

Haz click en el video para reproducir el cuento y disfrutarlo narrado.

Subscribete a la comunidad de Youtube y disfrutá de nuevo contenido todos los Domingos!

Si encontrás este contenido de valor

@AndroSirio todos los derechos reservados ©